Un baño turco, también conocido como hammam, es una experiencia de baño tradicional originaria de la cultura otomana, que combina limpieza, relajación y bienestar en un entorno de vapor cálido. Se distingue por su enfoque en la purificación tanto física como mental, y ha influido en la creación de muchos spas y centros de bienestar modernos.
El vapor abre los poros y elimina impurezas, dejando la piel más suave, limpia y luminosa.
El sudor elimina toxinas acumuladas, ayudando a purificar el organismo de forma natural.
El aumento de temperatura corporal estimula las defensas del cuerpo, ayudando a prevenir enfermedades.
Utiliza vapor húmedo en lugar de calor seco. La temperatura generalmente varía entre 40 °C y 50 °C, con niveles de humedad cercanos al 100%
Los baños turcos tradicionales constan de varias salas con temperaturas que aumentan progresivamente, permitiendo la adaptación del cuerpo.
Suelen estar construidos con mármol o azulejos, que no solo son duraderos, sino que también retienen el calor y facilitan la limpieza.
En el centro, hay superficies donde los usuarios pueden recostarse para recibir masajes o exfoliaciones tradicionales.
Muchas de las salas cuentan con fuentes o cubetas de agua fría para refrescarse después del calor.
Su diseño frecuentemente incluye cúpulas para favorecer la circulación del vapor, creando un espacio íntimo y relajante.